Rotos de ser mirados.
Mutilados en el reparto.
Despellejados para la cena
de un destino hambriento.
Un silbido nos quemaria vivos.
Caminando sobre un cielo de baldosas flojas.
La cara aterrada de un espejo ahorcado nos espia.
Y asi rumbo al desiero que siempre nos prometieron.
Beberemos del espanto
que atemoriza al miedo.
Diego Capusotto.
